Podría contar mil historias, pero no me serviría de nada. Intentar ignorar el dolor que nos causa un sentimiento, tal vez el conjunto de varios, tampoco sirve de nada. A menudo siento como mis pensamientos cambian y cambian, y no parece que vayan a detenerse nunca. La estabilidad emocional me resulta muy difícil de alcanzar, pero apenas un mínimo esfuerzo puede dar resultado. Quién sabe...
Hoy es un día como otro cualquiera, aunque ninguno sea igual a otro, obvio. Esta mañana creía que podía volar, vi un gran claro en el cielo, pero al parecer, una vez más, me vi invadida por nubes que me nublaban la vista. Y caí.
Tal vez si me hubiera revolcado entre mis sábanas, si hubiera empezado a analizar cada uno de esos pensamiento que me llegan minutos antes de dormir, mi mañana sería bastante diferente. Tal vez no, estoy segura. Cuando tienes un gran centro de apoyo, a veces el único, y se desmorona por momentos, ¿ qué es inevitable sentir ?. Yo traición, un poco de ansiedad, y cómo un pequeño vacío se abre paso en la nada. Te das cuenta de que te has equivocado, una de tantas veces, y de que esa presión que está firme ahí en tu pecho indica que algo va mal. Es curioso, a la par que triste, cómo el ser humano tiene esa debilidad tan tan grande que le hace tan vulnerable y frágil, desbordando todo aquello en cuanto tenías, y borrando de tu cara esa sonrisa que a veces tanto cuesta conseguir.
Lo que hoy siente tu corazón, mañana lo entenderá tu cabeza.
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