viernes, 3 de julio de 2009

tristeza.



Esta tristeza no se irá, está dentro de mi. No importa lo mucho que lo intente. Hay algo extraño en lo profundo de mi corazón. Nada me importa realmente. Estoy demasiado sola, mi corazón sangra por ti. No condenes mi alma y déjame ir. Cierro los ojos. Saboreas mis miedos. Demasiado sola... La pena del alma me hace sangrar. Amor... Dolor... Basta de sufrir. Necesito encadenarme a ti.

...He cerrado los ojos y he sentido el escozor de las lagrimas y el dolor en la garganta, ese famoso nudo que se produce cuando no se quieren derramar las lagrimas. He sentido mi barbilla casi temblar, y aun así, he tragado saliva varias veces, y al final he sentido el liquido transparente y salado mojar mis pestañas y resbalar por mi rostro con toda la fuerza del dolor. Entonces he abierto los ojos y el dolor se ha reflejado en ellos, la tristeza se ha apoderado de mi alma y he sentido que el corazón perdía un trozo importante de él, como si se hubiera roto y no pudiera volver a sanar. El pecho duele, es como la garganta, duele dentro, muy adentro y duele mucho. Y con un gemido de la mas pura tristeza me he rendido a lo inevitable, a llorar. ¿Como puede ser?? ¿Por qué me he sentido así? ¿Es que el mundo ha dejado de tener sentido? No...

Que no te bese nunca la envidia,
que no te abracen el odio y el mal.

Duerme, duerme, aquí estaré,
las nubes serán tu colchón,
que ni el viento ni la brisa te dejen
de acariciar, pues tú eres mi Don.

Lo siento por tí si aspiras olvidar a alguien que quisiste,
ejercer el olvido por voluntad es imposible.


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